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Caries de inicio precoz: la salud bucal se inicia en la infancia

Cada vez son más los niños que ven afectados sus dientes antes de los seis años de edad.

En la actualidad, casi el 50 por ciento de los niños chilenos presenta caries en sus dientes al cumplir los cuatro años de edad, porcentaje que se eleva a 70 por ciento entre quienes tienen seis años o más.

Esta realidad -que afecta por igual a la población infantil de países desarrollados o en vías de serlo- es resultado de una serie de factores sociales y culturales que en las últimas décadas han modificado significativamente los hábitos de alimentación e higiene bucal de los lactantes, a partir de su primer año de vida o luego que estos dejan de ser amamantados por sus madres.

Está comprobado que el consumo de golosinas, cereales y bebidas gaseosas a toda hora, que incluso los propios padres promueven de manera inconsciente entre sus hijos -desde temprana edad-, sumado a un deficiente y a veces inexistente cepillado, promueve la aparición de caries en la primera infancia.

Por tal motivo y con el propósito de revertir esta delicada situación, que genera altos costos para las familias y los sistemas públicos de atención odontológica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) -junto a otras instituciones internacionales- ha advertido a los gobiernos sobre la necesidad de enfrentar cuanto antes, y con decisión, el denominado problema de las caries de inicio precoz.

¿Epidemia en proceso?

Para el cirujano-dentista y profesor de la cátedra de Odontopediatría de la Facultad de Odontología de la Universidad de Valparaíso, Juan Eduardo Onetto, este fenómeno es aún más complejo y grave de lo que revelan las cifras oficiales. Al punto que lo califica de verdadera “epidemia” y, dada sus múltiples repercusiones, aconseja se enfrente considerando tanto el punto de vista clínico y de la investigación, como, también, los mecanismos y determinantes biológicos y sociales, las políticas de salud pública, prevención, diagnóstico, tratamiento y estándares de cuidado.

Incluso, el doctor Onetto sostiene que la OMS se queda corta en su diagnóstico, por cuanto define la existencia de caries cuando hay cavidades o huecos en los dientes y no a partir de la aparición de una o más lesiones (manchas blancas), que surgen en la etapa previa.

“La caries debe ser entendida como un proceso. Este se inicia cuando dejamos de ser alimentados exclusivamente con leche materna y comenzamos a ingerir con mayor frecuencia que la recomendada, más de cuatro veces al día, papillas y otros líquidos que con azúcares. A partir de entonces se comienza a producir un aumento de la acidez, lo que desequilibra la flora o placa bacteriana natural que tenemos en la boca, promoviendo el aumento desmesurado de Streptococcus mutans y Lactobacillus acidophilus, organismos que producen grandes cantidades de ácido que es el que finalmente causa la desmineralización de nuestros dientes”, explica el especialista.

De hecho, de acuerdo a sus investigaciones, si se consideraran las lesiones y no solo las cavidades, se puede afirmar que el 80% de los niños de nuestro país ya presenta caries antes de los tres años.
A juicio del profesor de la Facultad de Odontología de la UV, ese cálculo no es antojadizo, ya que la argumentación que lo sustenta permite explicar por qué se produce un aumento exponencial de las caries entre los dos y los seis años de edad.

Este último punto es relevante, porque si bien las caries de inicio precoz afectan principalmente a los dientes temporales o “de leche”, la importancia de prevenir su aparición radica en que el proceso de recambios de estos últimos por los definitivos podría ver dañada su capacidad, ya que su reemplazo ocurre -por lo general- entre los seis y los diez años.

Por consiguiente, si se controla ese proceso desde su inicio, es muy probable que éste se detenga, no afecte el alineamiento y ajuste de los dientes definitivos y evite que el dentista intervenga demasiado tarde para, simplemente, tapar las cavidades que la caries ya han producido en los dientes.

Recomendaciones

Las caries surgen debido a la desmineralización que sufren los dientes por la baja del Ph de la boca, la que a su vez es provocada por el aumento descontrolado de la placa o flora bacteriana existente en ella. Se trata, entonces, de una destrucción química de tejidos asociada a la ingesta de azúcares o ácidos contenidos en bebidas y alimentos, y a la falta de una adecuada higiene oral tras consumirlos.

Para evitar su aparición en la infancia temprana, los odontólogos aconsejan -entre otras cosas- no adicionar azúcar o saborizantes a la leche o papillas que se dan a los niños, una vez que estos dejan de ser amamantados; evitar darles todo tipo de bebidas dulces o golosinas; no endulzar el chupete, y suprimir la mamadera a la hora de dormir.

“Después del año de vida no hay necesidad nutritiva para que los niños tomen una mamadera en la noche. La leche contiene lactosa, que es convertida en ácido por las bacterias de la boca, lo que hace que comiencen a producirse el proceso de la caries. Además, cuando uno duerme, la producción de saliva es menor, lo que es un factor que favorece la actividad bacteriana en la placa o biofilm”, afirma el odontopediatra Juan Eduardo Onetto.

Respecto de la higiene bucal, este último recomienda que mientras los niños no tengan dientes, ésta se debe limitar a las encías, que tiene que ser limpiadas con una gasa húmeda o un cotonito de algodón, después de las ingestas de leche.

Tras la aparición de los primeros dientes, lo adecuado es que se laven con agua y un cepillo suave, después de cada comida o leche, y siempre de antes de que el niño se acueste para dormir. La pasta de diente solo debe ser usada a partir de los tres años, cuando los niños aprenden a no tragársela.

Responsabilidad compartida

Uno de los principales desafíos asociados a la prevención de las caries de inicio precoz es que los padres tomen real conciencia de la importancia que tiene la salud bucal de sus hijos y se asocien con los odontólogos para combatir oportuna y eficazmente este tipo de males.

El entorno familiar es clave, ya que en los ambientes de mayor vulnerabilidad social o donde no existen patrones de alimentación ni hábitos de higiene adecuados, la probabilidad de que los niños desarrollen enfermedades es mucho mayor, incluidas las caries.

“Está claro que los padres o  madres con bocas sanas y que se preocupan de educar bien a sus hijos constituyen un factor de riesgo menor en este aspecto, al igual que en otros ámbitos de la salud general. Pero es igualmente relevante que los especialistas asuman que las caries son un proceso que debe ser diagnosticado y tratado en su origen y no cuando los dientes están dañados. En esto, como profesionales odontólogos debemos avanzar mucho más”, asegura el doctor Onetto.
 
Onetto

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